¿EXISTIÓ JESÚS?
Hoy, en UNA MIRADA, tenemos como invitado a uno de los más destacados investigadores de Jesús de Nazaret, el Nuevo Testamento y el Cristianismo Primitivo. El profesor Antonio Piñero, se ha destacado por ser uno de los escritores de habla hispana, que han escrito sobre estos temas. Es Catedrático Emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid y autor de más de 15 libros, en su mayoría sobre una figura tan amada como controvertida para la gente y muchos investigadores, Jesús de Nazaret.
Nació en Chipiona Cádiz en 1947, es Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en lengua y literatura del Cristianismo Primitivo.
Se distinguió notablemente por sus estudios, lo cual le permitió recibir algunas becas para estudiar en Alemania e Inglaterra, recibió el premio Luis Vives en 1975, el cual se le otorgo por la mejor Tesis Doctoral. Sus obras son el producto de un trabajo incansable que por varios años ha realizado, es uno de los especialistas más destacados en el tema y muchos especialistas e investigadores toman sus libros como referencia. Cuenta con el Premio Finis Terrae, premio otorgado por su obra Los Cristianismos Derrotados. Fue asesor para National Geografic sobre temas de oriente próximo y en la película El Discípulo, colaboró en la elaboración del guion. Entrevista:
Hasta hace algunos años los historiadores no volteaban a ver este tema, porque se creía que era exclusivo de la iglesia. Ante las pocas fuentes de tipo arqueológico que respalden el mito de la persona que inspiró el nacimiento del cristianismo, habré de preguntarle, ¿Realmente existió Jesús?
Naturalmente si, el 99% de los historiadores lo respaldan. He escrito un libro, con mis colegas sobre ello. ¿Existió Jesús realmente? Este libro lo podrán encontrar en algunas librerías de nuestro país.
¿Cuál es el origen del Cristianismo? ¿Qué culturas se amalgamaron en esta ideología?
El Nuevo Testamento es como conjunto ideológico uno de los grandes monumentos del espíritu humano. Con razón ha sido calificado como una “maravillosa catedral” cuyos materiales son los elementos de su teología y religiosidad. Su grandeza se percibe más nítidamente cuando se contempla el imponente y complejo arco de su pensamiento dentro de las coordenadas del siglo I y en el devenir formado por los casi cien años que duró su composición. Cada pieza aislada, cada obra de las que componen este mosaico, adquiere así en la consideración histórica global, una dimensión aún más monumental.
Sin embargo, ninguna de las ideas teológicas del Nuevo Testamento, consideradas aisladamente, es original. La teología de este corpus no es un meteorito de una revelación única y especial descendida de una vez del cielo, sino que es el producto de la historia teológica, social y literaria anterior a él. Por eso es tan importante el rastreo, aunque somero, de los sistemas de ideas religiosas y filosóficas anteriores al cristianismo que forman la primera parte de este libro. Pero el ensamblaje de las piezas dentro del Nuevo Testamento, el conjunto final o resultado, es profundamente original dentro del marco de la religiosidad del siglo I.
El cristianismo es como un gran lago al que afluyen aguas de muy diversas procedencias. Dentro de él se mezclan pausadamente, y cuando rebosan para formar un gran río, éste tiene corrientes que son ya diversas a las que entraron en el reservorio primero. Por ejemplo, el Nuevo Testamento supone una sublimación y cambio de valores respecto a los del legado judío que recibe: extensión de la sabiduría, reservada normalmente a los selectos, a las clases bajas, a las mujeres y a los gentiles; ampliación por una parte del concepto de santidad y pureza al pueblo todo y, por otra, una menor o ninguna insistencia en los preceptos de la pureza ritual; una inversión profunda en la valoración de la riqueza y la pobreza, y una ampliación del concepto de pueblo elegido a toda la humanidad.
El Nuevo Testamento es un producto de la historia eclesiástica que unió en un solo libro una multitud de obras nada sencillas para formar un todo. La diversidad misma de sus piezas en sí complejas fundamenta su riqueza y su complejidad final. Una visión completa del Nuevo Testamento sólo se consigue contemplándolo con ojos de historiador, pues la exégesis –la recta interpretación— es ante todo historia.
Extraer cualquier obra del Nuevo Testamento de la mentalidad y la problemática religioso-filosófica-social del Mediterráneo oriental del siglo I de nuestra era significa no comprenderla. A lo largo de la historia del cristianismo se ha cometido continuamente la misma equivocación de sacar de su contexto al Nuevo Testamento, lo que ha conducido a fatales errores de interpretación. Lo mismo ocurre hoy día cuando se hace decir continuamente, en sermones u obras de teología, a Jesús o a sus seguidores cosas en las que jamás habrían pensado.
Toda acomodación de las ideas del Nuevo Testamento al mundo de hoy ha de empezar por comprender exactamente qué es lo que se dijo en aquel contexto o qué quiso transmitir el autor de cada obra en su momento.
No hay pruebas arqueológicas ninguna, porque ha habido decenas y decenas de mesías. Salvo de Bar Kochba, que fue considerado mesías por Rabí Aquiba, en el 135 d. C. y dejó cartas y monedas. Pero los mismos judío lo consideran hoy un no mesías, no acreditado por Dios.
En el fenómeno del Cristianismo a lo largo de estos 2 milenios ¿por qué ha originado tantas discrepancias?, ¿Cuál de ellas es la más apegada a la idea de lo que se creó después de la muerte de Jesús? y ¿cuáles fueron los cristianismos derrotados?
Cristianismos que negaban que Jesús fuera Dios: ebionitas, nazarenos. Cristianos que negaban a Pablo de Tarso y su doctrina, al que denominaban falso profeta y traidor a Jesús y a la ley de Moisés: el grupo que está detrás de la literatura Pseudo Clementina.
Cristianismos proféticos en los que la comunidad era regida no por obispos y presbíteros, sino por profetas: montanistas y gnósticos del siglo II. Cristianismos que negaban la validez, la verdad o la inherencia de las Escrituras sagradas: Marción, Pseudo Clementinas, ciertos gnósticos testimoniados sobre todo en los textos de Nag Hammadi.
Cristianismos que negaban la encarnación verdadera de Jesús: docetas, grupos que están detrás de los Hechos apócrifos de los apóstoles.Cristianos que negaban la resurrección futura: grupos que aparecen mencionados en
Pablo (1 Corintios) y en las Epístolas Pastorales.
Cristianismos que promocionaban la independencia de las mujeres: grupos representados por el Evangelio de María Magdalena o por los Hechos apócrifos de los apóstoles. Cristianismos que negaban el cuerpo y el mundo, es decir, que promovían un ascetismo extremo, y que se manifestaban totalmente contrarios a la vida sexual y al matrimonio. Grupos representados por el Evangelio de los Egipcios,
Cristianismos que promocionaban una vida libre e incluso libertina: gnósticos libertinos criticados por Epifanio (los fibionitas) e Ireneo de Lyon; los carpocracianos mencionados por Clemente de Alejandría. Esta variedad de cristianismos no significaba aún necesariamente “herejía” en el pleno sentido moderno, pues las líneas de demarcación no estaban en esos momentos nítidamente marcadas. La diversidad de cristianismos continúa con cierta fuerza hasta bien entrado el siglo V, apagándose un tanto en
¿Jesús fue el fundador del cristianismo?
Para mí no. El cristianismo solo existe después de la muerte de Jesús. En todo caso puso los fundamentos para el futuro cristianismo. Ni tampoco realmente Pablo de Tarso, el cristianismo se funda encada momento. Pienso que los seguidores de Pablo, su “escuela” fue la que inició el movimiento cristiano al reinterpretar a Pablo.
¿Quién creo la idea del cristianismo? y ¿qué sucedió para su trascendencia por tantos años?
No lo sabemos. Quizás los paganos de Antioquía de Siria en el siglo I al ir diferenciando entre judíos y judíos que creían en Jesús mesías y veían que eran un poco diferentes.
Hay muchos mitos alrededor del nazareno, entre uno de esos, es de que quizá estudio en Egipto, otros que en el Tíbet, ¿son posible estas teorías?
No, rotundamente no. Mitos como usted dice.
¿Qué tanta validez podemos darle a los evangelios apócrifos? Existe una tesis sobre el evangelio de Marcos, de acuerdo a lo que comenta el investigador Peter Thiede sobre que quizá el fragmento de papiro Magdalen G17, que se encuentra en el colegio de Oxford, pudo haber sido escrito en tiempos de Jesús, ¿Qué nos podría decir al respecto?
¿Qué podemos encontrar en los libros del profesor Antonio Piñero?
Difícil respuesta. Llevo muchos años escribiendo sobre Jesús, el Nuevo Testamento, el cristianismo primitivo, etc. y es difícil resumir. Pueden visitar mi página, en donde encontraran cosas interesantes: antoniopiñero.com
¿Algún comentario que quisiera agregar?
Desearía que se hiciera todo lo posible para que en toda la América hispana, México es importantísimo dentro de ella, se pudiera formar un mercado de libros accesible en español. Quizás podamos formarlo al menos electrónicamente. Por ejemplo La “Biblioteca Virtual Cervantes”.
Pero todo debe hacerse legalmente. No se puede piratear a los autores y no pagarles nada por sus esfuerzos. Como lo hagamos, mataremos en por tiempo la cultura. Totalmente gratis no puede ser. También los autores debemos vivir.
|